nuestros consejeros, que modelan la fe, refuerza estas lecciones”, dice Clare. Recordando su papel como consejera del campamento, Laura ve la reciprocidad de este trabajo. “El campamento de verano no solo está beneficiando a los niños del vecindario”, dice ella, “también está ayudando a los estudi- antes de St. Mary's a abrir los ojos a la realidad de algunas de las familias que viven más cerca de nosotros”. Sin construir estas conexiones, agrega: “Sim- plemente no podemos ver sus dificultades”. Un ambiente estimulante. Para Rosa de la Garza, de 66 años, y su esposo, José, de 74 años, ambos miembros de Holy Rosary, el verano es un momento difícil ya que cuidan a su nieta, Juliana, de 11. Así que cuando Holy Rosary inició el campamento de verano, los de la Garzas aprovecharon la oportunidad para inscribir a su nieta. “Juliana es hija única y pasa todo su tiempo con nosotros”, dice Rosa. “Este campamento ha sido una bendición. Ella se mezcla e interactúa con otros niños “. Parte de esas interacciones se llevan a cabo en el campus de St. Mary, donde los niños par- ticipan una vez a la semana en excursiones, como visitar a los reporteros de la escuela sobre cómo se publica el periódico de la universidad o visitar uno de los edificions donde hay otros estudiantes. Para Juliana, una lectora voraz que ingresa a sexto grado, un viaje a la Biblioteca Louis J. Blume de St. Mary’s fue su favorito. “Me La campista de verano, Michelle Méndez, practica sus movimientos de ajedrez